Al servicio de Luka Modric: uno aprende a bailar, a vivir y a reír
Su abuelo fue asesinado por milicianos serbios, su padre combatió con el ejército croata y el chico tuvo que abandonar su hogar a una tempranera edad para refugiarse en un hotel de Zadar. Un niño que a los seis años de edad, estuvo inmerso en el conflicto nacional que enfrentó al ejército de su país con las tropas del ejército yugoslavo. Un chico aparentemente frágil, con una melena rubia que le caracterizaba cuando galopaba por los Balcanes. Débil, no afable con la aglomeración, tímido y reservado, Luka es un lobo estepario lleno de angustias y miserias que le hace mantenerse distanciado de todos. “Lo que más odiaba era todo lo mediocre, normal y corriente”.
En Londres, actuó como mediapunta dando el beneplácito a la magia, es aquí el Luka sonriente, incesante y brillante, sobre todo en el último pase. En Madrid, empezó al lado de Xabi Alonso y ahora lo hace al lado de Toni Kroos, aquí es ese lobo de las estepas, sacrificado, humilde y trabajador, coopera con los compañeros día y noche, con una proyección en el balón largo preciso y un último pase sensible y directo, también es verdad, que poco importa donde sitúes a Modric.
La sala de máquinas es la parcela que le hizo grande, superlativo pero no ídolo. Un héroe oculto. El Madrid lo necesita. Todos disfrutan con su cambio de ritmo, simplicidad y plasticidad puesta en escena. Todos rescatan el aroma del pasado. Luka lo sabe y parece responder así “Me necesitas para aprender a bailar, para aprender a reír, para aprender a vivir.” Con Luka al timón, el Madrid ha bailado, ha reído y ha vivido sus mejores años.
Modric está feliz. MVP del Mundial, ha recuperado su mejor nivel. Esta semana confesaba que quiere retirarse aquí, pero de momento quiere más. Esa risa tímida y pura a partes iguales transmite todo lo que uno ha atravesado: sufrimientos, vicios y errores. El Clásico es el próximo objetivo. Una medular con superpoblación donde deberá volver a coger el timón para romper en conducción. Imprescindible para Zidane. Melodía celestial para los madridistas y quebradero de cabeza para el rival.
Luka es un jugador donde subyace el pensamiento nietzscheano, el sicoanálisis freudiano, el mundo literario de Goethe, el espíritu romántico y la magia musical de Mozart.