Bale planta la bandera blanca
De Gales, con un mensaje lúcido y legible y tan hilarante que asusta. No tuvo mejor forma Gareth Bale de celebrar el pase de su nación a la próxima Eurocopa que siendo condescendiente con la falta de respeto y decencia hacia el club que le abona su salario. Sea la bandera galesa o no, la que plantó Bale fue la blanca. Paradójicamente, la del color de su todavía hoy, y por poco tiempo, equipo. El '11', como un asesino en serie, lleva a sus espaldas un reguero de maniobras denunciables desde que pusiese un pie en la T-4 de Barajas un ya lejano 2013. Lesiones para estar a punto con su combinado nacional, su paupérrimo nivel de español o su adicción al golf han disparado la tensión del aficionado, harto de las carcajadas de un rico inmoral y grosero que ante todo se ha convertido en un criminal de su talento. Sin trabajo y sin valores, no eres nadie en el fútbol.
Los pocos que aún emergían entre aspavientos para rendir pleitesía al de Cardiff se han diluido por obra y gracia del británico, que con sus sucesivos tiros en el pie ha colmado su lista de detractores. Porque no hay chilenas o carreras, que además de ser inusitadas se exacerban como si erradicaran el hambre mundial, que puedan justificar el comportamiento insolente de un indigno en un deporte que siempre debe ser un altavoz del respeto. Recatado y discreto en el vestuario blanco, su ser desleal emerge al calor de sus influencias nacionales, que le convierten en el sabueso más frívolo y hambriento capaz hasta de devorar la mano que le da de comer.
Pero no todo son malas noticias para el Real Madrid, quien puede celebrar como el que más y con miles de banderas la clasificación de Gales para la Eurocopa. Su billete para el próximo torneo continental supone la llave que no tuvo para desbloquear el candado del verano pasado, y es que un campeonato de tal índole y magnitud suele suponer el caldo de cultivo perfecto para confirmar transacciones. Si todo marcha según lo previsto y Bale no se pierde la pachanga veraniega por causa mayor -ríanse, pero solo faltaría que se ausentara por lesión-, el Madrid podrá colocarlo al mejor postor de revalorizarse en la cita, si es que no le exonera antes de cumplir lo que le resta de vínculo.
Antes de todo ello y en los meses venideros, aparece el dilema moral. Toda vez que se antoja compleja su venta en el mercado invernal, parece que seguirá de blanco hasta junio, pero indecoroso, no merece volver a enfundarse la elástica de la misma bandera que plantó. El Real Madrid tendrá que lidiar con una disyuntiva de Estado dentro del club, y todo apunta a que optará por la normalidad después de anunciar que no le procesará sanción alguna, tildándole, después de todo, como el mejor de la plantilla. Un sainete deprimente y pervertidor para los niños que solo tiene una lectura clara: Gareth Bale no puede volver a vestir la camiseta del Real Madrid, y si se permite apurar, de ningún club de fútbol. Aunque en la lengua de Cervantes implorase un sincero "perdón", su tumba está más que cavada.