El último escalón

Bernabeudigital.com

Que el Real Madrid tiene LaLiga en su mano es una afirmación tan cierta como envenenada. Ocho partidos después, los blancos han superado cada examen con la máxima nota desde el punto de vista del resultado, y un pleno de victorias le mantiene ahora líder para encarar un final de campeonato de auténtica enjundia. El primer destino será Granada. El sorprendente escuadrón de Diego Martínez está a tan solo un punto de la Europa League siendo un recién ascendido, un auténtico periplo de videoconsola. Los andaluces no lo pondrán en bandeja por el sueño que anhelan, aunque el Real contará con los retornos de Ramos y Carvajal en la retaguardia, dos de los mejores aliados en este regreso liguero. Sobre todo el camero, todo un amante del gol ya sea a once metros o más. Más allá de sus presencias, la dinámica invita al optimismo, pero que el gatillo se encasquille tampoco se descarta.

Después del baile nazarí, el 'Submarino Amarillo' viajará hasta Madrid en 72 horas. El Villarreal es otro de esos equipos que fantasea con Europa y que además de mantener opciones por la Champions -muy remotas, eso sí-, querrá amarrar a su homóloga naranja. Casi perfecto en este mes, solo un borrón contra el Barcelona le roba el invicto. Los merengues asustan con estadísticas casi impolutas en su nueva casa, de la que querrán despedirse siguiendo la tradición, pero la amenaza será de altura.

Para la última parada no hará falta un gran transporte. El Leganés ha doblegado al Valencia, lo que significa que mantiene opciones de llegar a la jornada final con posibilidades de salvar la categoría. El Real podría saltar en pantunflas a la cita si sale con tres puntos en el bolsillo contra los dos miuras que preceden, pero si no, disputará una nueva carta en Butarque. Debería darse una carambola complicada pero no imposible: el Madrid podría rendir visita al vecino con el título en disputa...y con los pepineros en busca de un remoto milagro por la vida. Sería otra final por la 34ª tres años después contra tres oponentes que tendrían más estímulos que el mero orgullo.