Ipurua dicta el camino a seguir
Ayer en Éibar se vio, de largo, al mejor Real Madrid de la temporada. Y paradójicamente, uno de los jugadores más en forma y el que había tenido el mayor impacto, Rodrygo, no disputó ni un solo minuto. Se traduce en que el Madrid ha recuperado la solidaridad. Las casas no se construyen por los tejados, y los equipos tampoco por la delantera. Para conseguir un grupo cohesionado y con músculo, es necesario comenzar desde atrás.
Courtois acumula cinco partidos sin encajar, y pese a que los pupilos de Zinedine Zidane golearon, se les vio simultáneamente concentrados en abrir el paraguas en torno a su meta. La solidaridad en el esfuerzo cortocircuitó a un Eibar sin ideas, que registró un escaso volumen de llegadas al área rival. Las acometidas eran poco diáfanas, y casi siempre se estrellaban en un jugador de blanco que desbarataba la acción. En el medio, Valverde volvió a aparecer por todo el campo, y gracias a su despliegue, volvió a pisar área e incluso convirtió el cuarto y definitivo. Modric recuperó su mejor nivel, y arriba Lucas Vázquez, la mayor sorpresa del once, no desentonó en el recital de los francófonos Benzema y Hazard, quienes han demostrado que se entienden mucho más allá desde el punto de vista lingüístico. El de Curtis forzó el segundo penalti, el que marcó Benzema, quien se entiende a las mil maravillas con todo aquel destinado a asociarse con él. Activa al colectivo y extrae la mejor versión de quien tenga la suerte de pisar césped en un radio cercano. El corazón francés, quien bombea fútbol por todo el frente de ataque del Madrid, estuvo bien aliñado por la mejor versión de Hazard. Se esperaba al belga desde el inicio de la temporada, y aquí su mejor papel. El intérprete ex del Chelsea no vio puerta, pero jugando a este nivel, eso es lo de menos. El río sigue su cauce, y con este caudal futbolístico, los goles caen por su propio peso. Si no lo hacen, al menos que no se achaque que durante 90 minutos no se dio todo, y el belga dio y regaló. Cuando encara, muchas veces se antoja inverosímil que supere a su par, pero en su extenso abanico de virguerías figura la de permitir la superioridad a su equipo en los metros finales. Hazard no es Cristiano, pero tampoco hace falta. A este nivel, la sinergia está asegurada. Todos y cada uno rayaron la excelencia en suelo vasco, y eso se nota en el colectivo.
Como nota negativa, no es menos cierto que de los nuevos solo tiene continuidad Mendy, y por lesión de Marcelo, y que es pertinente que el club no procrastine en su obligación de evitar que los indómitos Bale y James continúen a carcajadas a costa de su afición. Está por ver si esta nitidez será alcanzable ante rivales de mayor enjundia, pero lo cierto es que el Madrid plantó la bandera en un estadio donde se ganan ligas, y que se irá al parón habiéndose intervenido las facciones. El Madrid cambia la cara, y este es el camino.