ANÁLISIS BD - El Turia quiere ahogar al Madrid antes del Clásico
Un final de temporada pletórico encandiló a la afición che hace unos meses cuando en el Benito Villamarín prolongaron la pesadilla de Anfield para arrebatar la Copa del Rey al Barcelona (1-2). A Marcelino le valió el olimpo, pero el estratega asturiano fue víctima de una incomprensible crisis institucional en Valencia cuando el calor empinaba el inicio de un nuevo curso. El periodo estival fue turbulento en la costa valenciana, que vio como uno de sus estandartes en el terreno de juego, Rodrigo, coqueteaba con el Atlético de Madrid en vísperas del cierre del mercado. Finalmente le mantuvo en nómina y tendió la mano al bisoño de Celades ya iniciado septiembre, quien debutó encajando una goleada estruendosa en el Camp Nou (5-2).
El comienzo de campaña se asemejó con el nuevo cariz que tomó el club, con un equipo extremadamente irregular capaz de ganar en estadios de postín como Stamford Bridge, salvar los muebles en el Wanda Metropolitano o salir lacerado tras conceder hospicio al Ajax. Sin embargo, en las últimas fechas y pese a la multitud de bajas que vienen asolando al club che, el entrenador barcelonés, hombre de fútbol donde los haya, ha encontrado la fórmula otorgando continuidad al plan de su predecesor. El empate en Lille fue un 'Déjà vu' para la parroquia de Mestalla, que vio en la entidad gala al Young Boys del año pasado cuando su escudo también quedó encajado en un grupo de relumbrón. Los suizos sostuvieron la realidad que mandó al Valencia a la Liga Europa, pero esta vez los mediterráneos desafiaron a la historia, desenfundaron su pluma y dieron vida a un nuevo manuscrito: golearon a los franceses en casa y después de ganar en Londres y Ámsterdam, son escuadra de dieciseisavos de Champions siete años después.
Un partido marcado por la seriedad defensiva, la solidaridad en el esfuerzo y la precisión en salida fulgurante cimentaron el triunfo en los Países Bajos el pasado martes. Directrices que sin duda intentarán calcar mañana ante el Real Madrid. Descansando como siempre todo el sentido del juego en la figura de Dani Parejo, una enfermería a rebosar condicionará una alineación en la que a buen seguro Manu Vallejo compartirá frente ofensivo con Rodrigo. Ferrán seguirá siendo el verso suelto de un combinado irreverente, capaz de reposar sobre las nubes y de quemarse en el infierno. Si con un término se puede definir a este Valencia es impredecible. Abonado al 4-4-2 de autor que diseñó Marcelino, los murciélagos se hacen fuertes juntando líneas, cerrando espacios con Gayá y el polivalente Wass por las bandas y recibiendo la ayuda de los solidarios Ferrán y Soler. En el medio, los pulmones de Coquelin abastecen todo el terreno de juego, y si se trata de colgar balones, los férreos Diakhaby y Gabriel suelen imponerse con facilidad para evitar el sufrimiento aéreo. Ese fue el guión en tierras neerlandesas, y es que los partidos de focos son los que consagran a este Valencia, más cómodo sin la presión de proponer. Con Militao y Carvajal fuera de sus zonas naturales si Zidane decide darle al brasileño la derecha y al de Leganés la izquierda, a buen seguro la consigna local será la de explotar la espalda de los laterales blancos, que tendrán que multiplicar esfuerzos y ayudarse de coberturas para no sufrir cuando Parejo lance en estampida a los suyos. Un entrante envenenado antes del Clásico que, para un Madrid también con bajas de enjundia, será de digestión pesada.