Bale, el silencio

17.04.2014 00:00 de  Michi Huerta   ver lecturas

¿Y qué escribir cuando la sintaxis y la prosa de la crónica parecen agotadas? Queda el silencio.

Pepe despejó, Isco tiró de pausa cerca de su área y Coentrao sacó la pelota jugada con criterio. Bale salió en estampida, reventó a Bartra y mató con la puntera a Pinto. 2-1. Todo eso se ha visto. Se ha contado, mucho y bien. ¿Qué detalle falta por glosar? El silencio.

En busca del detalle pequeño, agazapado bajo el estruendo de un lance rabioso, asoma la sombra del silencio. Breve y humilde. Duró poco pero estuvo ahí, con esa naturalidad que explica parte de la naturaleza humana, tan imprevisible en ocasiones. Apenas se notó, pero hubo un silencio provisional durante la galopada furiosa, pincelada que sumó el matiz poético al ruido de un motor desbocado.

Fue un silencio unánime. Bartra empujó a Bale y lo sacó del campo. La peña alzó los brazos, en la banda de Mestalla todo el mundo: Tata y detrás Illarra, que acompañaban el gesto con un grito. Unos y otros, millones de espectadores arrastrados por la pasión. De pronto, sin embargo, el mundo se detuvo y la banda sonora se apagó durante unas décimas. Sí, hubo un silencio.

Sucedió en el preciso instante en el que los mortales tomamos conciencia de lo sobrenatural. Bale no se fue al suelo. Ni se volvió reclamando al del silbato. Aguantó en pie y se impulsó veloz hacia la gloria. En ese instante las gargantas callaron brevemente para que el espíritu –o lo que sea– se reconciliara con la posibilidad del asombro y su poder paralizante. Era para no creerlo, un tipo imparable, cegado por la determinación y a lomos de una capacidad inhumana. Eso sí que era un milagro, ya que "el santo" en la Final de Copa resultó ser Bale.

Repasen la jugada porque hay un silencio en medio que la parte en dos. Y no es sino el preludio callado de un final con orgasmo que lo atropelló todo. Se trata de un paréntesis mágico, el prólogo del éxtasis, la reacción instintiva ante el paisaje perfecto de la excepcionalidad.

A medio camino del acto mil veces narrado, entre el preliminar preciso del campo propio y el remate definitivo, a Bale se le ocurrió seguir y, contra toda lógica, sus piernas le acompañaron al reino de lo imposible.

Y entonces asomó el silencio, con una expresividad sutil que es el colmo de la belleza.

Michi Huerta
autor
Michi Huerta
Miguel Ángel Huerta Floriano, "Michi", es cacereño, madridista y fordiano. Licenciado en Derecho y en Periodismo. Doctor en Comunicación. Profesor universitario. Juntaletras ocasional. Autor de varios libros sobre estética y narrativa audiovisual. Bloguero. El primer regalo que recibió su hija Eva fue una camiseta firmada por Raúl González Blanco. Tiene por cerebro un Tango Adidas y sueña con el Monument Valley y con "la Décima". Amante de la belleza.