El señorío de Mourinho
Decía Morata tras el milagro en el Ciudad de Valencia que "cuando las cosas no salen, lo que no puede faltar es la raza". Esta regla de tres tan sencilla es lo primero que hay que tener claro si tu objetivo es jugar en el Real Madrid. El club blanco, por historia, nunca se rinde y, en ocasiones como la del sábado pasado, la épica puede anestesiar el dolor que provoca ver al equipo jugar de forma tan paupérrima. Esos dos goles en el descuento evitaron dos semanas de feroces críticas a Ancelotti.
Y me remito a la historia del club para encontrar el motivo de las críticas a Benzema cuya calidad está fuera de toda duda. El galo acumula seis jornadas en Liga sin marcar. Parece mucho, pero en el fondo da igual, el Madrid no sufre de cara a gol. Ya marcará o, si no, asistirá, eso es lo de menos. Se le exige que luche, que corra cada balón como si fuera el último que fuera a pelear con el escudo más laureado del mundo en el pecho. Y, por sus declaraciones, parece que lo entiende, pero cada uno es como es y se acaba imponiendo esa impotente personalidad.
Quizás debería fijarse Karim en los chicos del basket quienes tumbaron al Barcelona y a los árbitros en la final de la Supercopa de España. Eso es raza. Te impones en la pista, los colegiados te machacan y tú te vuelves a imponer. A eso también se refería Morata. Si descalifican a Carroll o señalan técnica a Rudy cuando no son ellos los que están ensuciando el choque, solo hay que sacar los dientes y correr un poquito más.
El equipo de baloncesto mostró personalidad y madurez como le exigíamos la temporada pasada y como yo no recuerdo en los últimos años. Todos aportan... y el 'Chacho' dirige. Con este nivel de ambición y agresividad (en el sentido más deportivo de la palabra), nos queda una campaña para soñar. El coraje es la seña de identidad del madridismo. El coraje es el señorío del que muchos presumen y que Mourinho echaba en falta.