Escrúpulos

14.04.2014 00:00 de  Richard Dees   ver lecturas

"Money makes the world go round."

(Money. Cabaret)

Recuerdo, con nostalgia cero, los tiempos en que, para contrarrestar la información/propaganda oficial del régimen, apenas si se disponía de una cutre vietnamita con la que imprimir panfletillos a duras penas legibles. Plantearse publicaciones de imprenta sólo estaba al alcance de unos pocos privilegiados con grandes estructuras y una gran capacidad económica. El papel era caro (y lo sigue siendo); la maquetación de las publicaciones había que hacerla con lápiz, escuadra, cartabón y tipómetro; por no hablar de los problemas de distribución, problemas no sólo atribuibles al carácter clandestino del producto.

Con el desarrollo de las herramientas informáticas, casi cualquiera puede convertirse en editor de sus propias publicaciones. Con la aparición de Internet, las trabas de la distribución han desaparecido: un clic y te pueden leer/escuchar en el lugar más recóndito del planeta. Así que sólo nos resta solventar dos inconvenientes: la calidad de los contenidos y la publicidad, que nuestro público potencial sepa que existimos y dónde encontrarnos. Por desgracia, ambos escollos sólo se sobrepasan con dinero.

Para ofrecer unos contenidos variados, de calidad, que estén al día de los acontecimientos, necesitamos un grupo de profesionales cualificados y, por supuesto, remunerados. El voluntarismo está bien, el trabajo altruista tiene su lugar, e importante, no cabe duda, pero no se trata de que uno se sienta satisfecho y encantado de haberse conocido, sino de ser, de verdad, una alternativa distinta a los medios de comunicación establecidos. Y, para que te conozcan en la medida de conseguir una masa crítica de lectores/oyentes, no es suficiente con el boca a oreja. Éste es un método lento que puede significar la muerte de un proyecto por agotamiento de los recursos económicos empleados en el mantenimiento de la estructura de creación de contenidos.

A lo largo de los años he leído/escuchado numerosas voces que propugnaban la creación de un diario madridista de papel como alternativa a los ya existentes, Marca y As en especial. O, para el caso, una emisora de radio. Ambos proyectos, especialmente el primero, el de papel, chocarían con graves inconvenientes, todos ellos resumidos en la gran inversión que es necesario hacer para sacarlos adelante. Y con pocas expectativas de rentabilidad y, por tanto, de sostenibilidad, además, si observamos el mercado publicitario en la actualidad.

En el ámbito digital todo es, aparentemente, mucho más sencillo, pero sigue haciendo falta el llamado vil metal para que el entramado se mantenga en pie. Más aún cuando vivimos en una sociedad (y yo también, para qué negarlo) que ha identificado la palabra Internet con el concepto gratis total.

Pero, supongamos que hemos conseguido financiación suficiente, no sólo en el instante inicial sino también a lo largo del tiempo, unos recursos, ajenos por supuesto, que aún no nos tocó el euromillón, como para que el proyecto salga adelante. En este panorama casi idílico, ¿han de asaltarnos dudas éticas? ¿Debemos dejarnos vencer por el prurito de la libertad, la independencia, la insobornabilidad? Si la respuesta es sí, mejor que ni tan siquiera comencemos a pensar en un proyecto. Todo inversor, ya sea capitalista o publicitario, conlleva unas exigencias mayores o menores, pero exigencias al fin y al cabo. Si no estamos dispuestos a lidiar con ellas, o si nos consideramos demasiado puros como para mancharnos las manos, mejor arrojar la toalla incluso antes de ponernos los guantes. Pero luego deberemos callar para siempre y no volver a reclamar, ni tan siquiera insinuar, la creación de un medio de tal o cual orientación ideológica, económica, moral, deportiva... El sistema es el que es, no el que nos gustaría que fuese.

PS: Y luego dicen que Twitter no sirve para nada. Al menos hoy no me dolerá la cabeza pensando en el tema para esta columna semanal. Gracias a quienes allí me la inspiraron.

Richard Dees
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Richard Dees
"Lo quieren todo, lo quieren ahora. Quieren conseguirlo y no les importa cómo" (They Want It All, David Crosby)