La flor de Zidane
Se terminó 2016 con el Real Madrid proclamándose mejor equipo del mundo en Yokohama. Fin al primer año de la era Zidane en el que el club blanco ha ganado tres títulos (Champions, Supercopa de Europa y Mundial) y acumula la nada despreciable cifra de 37 partidos consecutivos sin conocer la derrota. Solo dos encuentros ha perdido el galo en el banquillo madridista: su primer derbi en Liga y la ida de los cuartos de Champions ante el Wolfsburgo. Desde entonces, el Madrid no sabe lo que es hincar la rodilla. Unos días por oficio, otros por casta y la mayoría por fútbol.
A pesar de ello los hay que tales datos los refutan con la simple y famosa frase: 'la flor de Zidane'. Llaman suerte a cumplir con los objetivos. Menosprecian el trabajo diario y sobre todo, aunque eso ya no es noticia, el juego del Real Madrid. El equipo blanco es el único que gana 37 encuentros 'sin estilo'. Los sumos sacerdotes del fútbol luchan con creencias insólitas contra las matemáticas que dan la razón al entrenador francés. Y eso que Zidane goza de buena prensa, pero el antimadridismo atiza, aun sin razón, a cualquiera que porte ese escudo rendondito en la camiseta... o en el traje.
El día en el que Zidane más se ha equivocado en el planteamiento y la lectura del partido, apetece dar la cara por el entrenador que cambió el rumbo del Real Madrid y convirtió el 2016 en un año glorioso e histórico. La llegada del francés tiñó de esperanza lo que se presumía iba a ser una temporada negra. Revolucionó y asentó un equipo sobre el que se construyó al que hoy es el campeón del mundo. A Zidane se le reconocen muchas cosas: personalidad, buen gestor de egos, experiencia previa como jugador... Todo excepto que es un gran entrenador. Eufemismos vagos para no aceptar la realidad. El madridismo ya sueña con un 2017 tan bueno como el año que acaba. Y es que con Zizou el Madrid tiene licencia para soñar.