Remontar o morir
"El martes va a ser una noche mágica", comentaba ayer Cristiano Ronaldo para que mañana el público del Bernabéu marque el primer gol de la remontada. Me temo que, después de todo, es la afición quien convoca al equipo. Convocamos al Keylor que hasta el partido contra el Wolfsburgo lucía imbatido en Champions. Citamos al Ramos de Lisboa, no al que acabó expulsado por enésima vez en Barcelona ni al que en Alemania abanderó una trémula y mediocre defensa; al Marcelo anárquico y virtuoso, quebrantador de defensas rivales y no de la nuestra; a un Pepe líder y poderoso, al tándem Kroos-Modric y a la miscelánea de equilibrio y categoría que funden junto al Casemiro seguro que pide el Bernabéu. Emplazamos al Cristiano, Bale y Benzema del Camp Nou, a aquellos tres hombres que conquistaron lo inconquistable en un acto de prestigio, evidenciando la autoridad de los jinetes que cabalgan en nombre del histórico de Europa. Instamos a los incapaces a que dejen paso a los que honran el escudo, porque no es necesario rememorar a Juanito cuando basta con tomar ejemplo de Nacho o Lucas Vázquez para que lo utópico, en base a la irregularidad de un equipo que sigue sin entender lo que significa el Real Madrid, se materialice en remontada.
El público estará, como siempre, acucioso y anhelante de una de aquellas remontadas que hizo temer al Madrid en el viejo continente. También estará precavido, cauteloso de sufrir otro espejismo o de vivir otra noche de erróneas sensaciones. De ahí la importancia de unos primeros minutos cruciales, donde el Madrid debe salir con los ojos encolerizados del que huele el miedo del rival. Pero estará, porque el madridismo acorralado es el más peligroso, y el aroma de noche mágica, cuando sobrevuela el Bernabéu, se convierte en película nostálgica dentro de las retinas de todos los que, bufanda al viento, vociferarán clamando honor y justicia al escudo de las diez Copas de Europa. El Wolfsburgo plantará cara, y la presión del gol deletéreo para el Madrid beneficiará su planteamiento, pero todos somos conscientes de que no hay alternativa más allá del remontar o morir, por el bien de Zidane, de unos jugadores en entredicho y por el bien del Real Madrid.