Situación privilegiada
Si hace tan solo dos meses alguien nos hubiera vaticinado el momento actual del Real Madrid nadie hubiese creído el optimista pronóstico que nos revelaba. Desde diciembre hasta ahora, el equipo blanco parece otro. 2014 solo ha traído cosas positivas para el club, que han desembocado en un momento deportivo excelente, candidato y favorito a todo, y con la sensación de que aún no se ha tocado techo.
Si nos hubieran contado que Carlo Ancelotti definitivamente ha dado con la tecla que ofrece la mejor versión del equipo o si nos hubieran dicho que Ángel Di María ha dejado atrás los rumores de salidas y polémicas con el entrenador para volver a mostrar su mejor cara nos hubiera costado creerlo. Pero sí, el técnico italiano por fin ha encontrado su anhelado sistema, en el que, curiosamente, el extremo argentino aparece como una pieza clave.
La defensa también parece otra. Ha dejado de ser la línea más vulnerable del equipo, receptora de todas las críticas durante la primera mitad de temporada, para pasar a ser la línea sobre la que se sustenta el gran momento del equipo. La mejor prueba del cerrojo en el que se ha convertido la retaguardia blanca, con Pepe y Ramos recuperando su mejor cara, es la inmaculada Copa del Rey que el equipo ha desarrollado en estos dos meses, sin goles en contra y con una plaza en la final.
Esta perfección defensiva en la competición del KO ha traído consigo un importante efecto secundario. El desestabilizador debate de la portería ha pasado a un segundo plano, con ambos guardametas demostrando estar a la altura de las rotaciones y logrando marcas de imbatibilidad tanto por parte de Iker Casillas como de Diego López en sus respectivos partidos.
A todo esto hay que sumarle además la decadencia que atraviesan los rivales directos en el campeonato liguero. El Atlético de Madrid acusando la carga de partidos en una plantilla quizás excesivamente corta para una temporada tan larga y el Barcelona sumido en una grave crisis institucional entre multas y juzgados a la que ahora se añaden las grandes dudas que ha levantado la dolorosa derrota en Anoeta.
Toda esta idílica situación, impensable allá por el mes de diciembre cuando el equipo saltaba al césped de Mestalla a ocho puntos del liderato, coloca a los madridistas con las mejores expectativas para el último tramo de la temporada. Unas expectativas que no deben hacer cundir la euforia en el vestuario, consciente de que están a las puertas de todo pero sin nada en la mano. Queda lo mejor. Y lo más difícil.