Sobre el declive de Cristiano y la flor de Zidane
Se preguntaban los japoneses si el Madrid era una especie de Byakko, una criatura mística y legendaria magnetizada con la victoria e incapaz de ser vencida. Por más que el equipo de Zidane se empeñara en perder contra el Kashima Antlers, la copa del Mundial de clubes se negaba a habitar en otro lugar que no fuera la laureada sala de trofeos del Santiago Bernabéu. Por eso, pese a que la desgana y la indolencia vestían de blanco, el gol de Shibasaki recordó a parte del plantel madridista que eran ellos los imantados con el triunfo, y desataron, como el tigre blanco de su propia mitología, una ola de tormentas y tempestades capitalizadas por el tigre por excelencia, ese semidios capaz de marcarse un hat-trick y terminar siendo cuestionado. Porque de eso habla la historia del Real Madrid, de la correlación de roles: unos recogen los trofeos y otros critican al que lo recoge. Por esa razón Cristiano está en declive (Champions, Supercopa de Europa, Eurocopa con Portugal, Mundial de Clubes y Balón de Oro) y el Madrid de Zidane tiene una flor (Undécima, Supercopa, Mundial de Clubes y 37 partidos consecutivos sin conocer la derrota).
Debido a lo mismo el equipo no juega nada pero ha acabado el año 2016 con 40 victorias, 150 goles a favor, 2 derrotas y 3 títulos. Porque el Madrid gana en blanco y negro, en HD, en 4K, en 3D, en Europa, en Asia, justa e injustamente, de penalti o de falta, en el primer o en el último minuto, merecida o inmerecidamente… pero gana. Y sigue ganando. Sea como sea y fuere donde fuere.