Viviré eternamente en el exterior de Luka Modric

Nunca habrá otro bailarín como Luka Modric. Tampoco nadie sacará su vena más guerrera cuando el enemigo tenga la espada en el cuello del Real Madrid. Mira que he visto y leído sobre jugadores, pero puedo decir, sin temor a equivocarme, que el croata es el que mejor refleja una parte gloriosa de nuestro himno: "Soy lucha, soy belleza". Estoy convencido de que Manuel Jabois escribió ese fragmento sentado en un sillón de piel mientras imaginaba una y otra vez a Luka Modric sobre el césped del Bernabéu.
El de ayer no fue un día fácil para mí. Todos los que me rodean saben a la perfección lo que ha significado Luka Modric desde su llegada en 2012. En ese momento yo era un niñato de instituto, pero creo que Luka me hizo madurar con cada pase y cada regate en el Santiago Bernabéu. Su gol en Old Trafford en 2013 fue como ver al amor de tu vida por primera vez. Es fugaz, pero siempre recordarás ese picotazo en el pecho el resto de tu existencia. Solo un año después llegó el primer beso. Fue en Lisboa, en un eterno minuto 93 en el que todavía seguimos mecidos.
Ayer no solo se acabó una etapa gloriosa. Creo que muchos madridistas de mi generación cerraron su adolescencia mientras leían el comunicado oficial. Viviré sumido en un estado de melancolía y alegría por lo que ya fue y seguirá siendo en mi mente y en mis recuerdos. No sé si tendré hijos, ni mucho menos cuándo, pero estoy convencido de que Modric nos dejó de herencia, a los que estamos y a los que estarán, un toque de exterior que el mismo bautizó cuando salió de Zadar.
No sé dónde estaré en cinco años, ni siquiera en uno, pero sé que, por voluntad propia, me quedaré a vivir en su exterior para siempre.
Gracias Luka por hacerme tan feliz. Carpetazo a mi adolescencia.

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