Grande, Carlo

Entre tanto apagón se nos han ido las luces de aquellos asuntos más importantes de las cosas menos importantes. Por unas horas que se hicieron eternas y, en muchos momentos, angustiosas, dejamos de prestar atención al fútbol, pero la rueda sigue para todos. Por mucha caída de la luz en España y Portugal, el desenlace no cambia para Carlo Ancelotti en el Real Madrid. Sí que nos olvidamos de ello por un tiempo, pero es inevitable que estemos ante el ocaso definitivo del italiano en Chamartín. 

Es muy famosa aquella frase que alguien dijo alguna vez en el mundo del deporte, de que "se pierde mucho más de lo que se gana". Bueno, cuando hablamos de un club de la talla del Real Madrid se caen todos los esquemas. Porque estamos mal acostumbrados a salirnos con la nuestra. A ver a nuestro equipo celebrar una y otra y otra vez. Quizá por eso un servidor les recomienda apoyar a su club local, cuanto más humilde, mejor, para saborear la sensación habitual de derrota. Una de cal y otra de arena. 

Nada parece salvar a Ancelotti de un destino que se aproxima cada vez más inevitable. Su salida del Real Madrid debe ser por el bien de todos. Si bien es cierto que cuando vienen mal dadas nunca es debido a una única razón, Ancelotti tiene parte de culpa de lo que le está ocurriendo al equipo. El gran gestor acabó por no saber encajar a la perfección a Mbappé con Vinicius. O a manejar muchas de las situaciones de partido. Culpa suya no ha sido que la plantilla esté descompensada, ni de los cruzados de Courtois, Alaba, Militao o Carvajal desde hace tantos meses atrás. 

Culpa suya es que, en el momento en el que se aproxima su adiós, a todos nos salga una sonrisa al recordar cualquiera de sus comparecencias de prensa. Ese talante y humor para siempre ser locuaz y dar esa sensación de proximidad, como si formara parte de cada una de nuestras familias. Ya ni hablamos de todo lo que ha ganado. Pero todo principio tiene su final y el suyo ya ha llegado. Debe irse con honores de un Real Madrid que nunca olvidará su huella. Grande, Carlo. Grazie. Sempre.