Adiós y gracias, vaquero

Bernabeudigital.com

Keylor Navas está muy cerca de ser el nuevo guardián del arco del París Saint-Germain. A no ser que otra esperpéntica gestión de su futuro lo impida como la que le llevó a despedirse del Bernabéu en la última jornada de la pasada liga para ahora forzar su adiós en los últimos coletazos, dejará de lado cinco temporadas vestido de blanco en las que ha formado parte de una de las etapas más gloriosas de la historia del Real Madrid. En su haber, tres Champions y una liga como trofeos más imponentes. 

Pero Keylor no merecía este final. Un portero que siempre ha dado todo por el club sin sacar los pies del tiesto tiene madurez y años de carrera todavía suficientes como para seguir regentando una meta como la del Real Madrid. Sus 32 años no le han impedido demostrar su gran nivel cada vez que se ha enfundado los guantes, convirtiéndose en muchas ocasiones en el mejor jugador del Madrid, al que ha sostenido tantas y tantas veces. No merece su salida, pero aún menos, que su adiós se empañe sin despedida al filo del cierre del mercado. Al contrario que otros, ha demostrado que solo quiere jugar y sentirse importante. El fichaje de Courtois sirvió a la directiva para saciar su ego tras el varapalo vivido con De Gea a estas alturas de año hace cuatro cursos. Y el belga, solo por nombre y sin compostura, sentó al cancerbero que había sembrado los cimientos de un nuevo y brillante sendero en la entidad de Chamartín. Keylor se irá, aunque está por ver si a un lugar mejor. Al menos, en París custodiará la portería cada fin de semana, pero la competitividad de la liga francesa podría quedársele demasiado pequeña después de tantas cicatrices en numerosos coliseos de enjundia por el Viejo Continente. Lo importante es que jugará. Adiós y gracias, vaquero. Pura vida.