Isco Alarcón: en el centenario de Zidane, pero con el recuerdo de Guti
No hace mucho escribía Abel Rojas en GQ: "Isco, el acto más narcisista de Zidane". Diciendo así: " Zidane se echaba de menos y se ha resucitado en la piel de un malagueño. Su narcisismo es nuestra fortuna. El fútbol ha recuperado una de las poesías perdidas". El malagueño está siendo una de las sensaciones de la temporada. Más que una sensación, una confirmación tanto a nivel de clubes como de selección.
Más que por números desacan las sensaciones cuando trota sobre el campo, cuando controla y conduce, cuando supera al rival. Sensaciones cálidas como dice el periodista. Sensaciones que no se justifican en el marcador pero que sirven para que uno pague la entrada. Zidane quiere hacerlo todo con él. Y recordando a Roncero le ha transmitido su papel de importancia.
Seguramente en la tarde de ayer, Isco era suplente pensando en el partido del martes ante el Tottenham, partidos de los que se vende el pescado. Pelea de tú a tú contra Alli y Kane por el liderato del Grupo H. El Tottenham que nunca ha marcado un gol al Madrid en competiciones europeas y el Madrid con Isco al mando.
Pero ayer la tarde se complicó. Como si oscureciera demasiado pronto. Jorge Molina en fuera de juego ponía el empate y el Madrid perdía el orden y la cabeza hasta que Isco entró. Fue temple, magia y charme. Todo muy de su maestro, Zinedine Zidane. Pero la actuación de Isco ayer en el Coliseum sirve para recordar a otro maestro y de los grandes, de manera inevitable, José María Gutiérrez Hernández, 'Guti' para los amigos.
Un jugador que nunca fue de 90 minutos, pero sí de quince o treinta. Los suficientes y necesarios para marcar diferencias y desequilibrar la balanza en favor de los blancos. Isco ayer fue 'Guti'. Los magos no necesitan calentar, entran y se apoderan. Quieren y piden el balón. Buscan, arriesgan y mayoritariamente ganan. Su fútbol es callejero, no busca comprensión y mucho menos una pizca de racocinio. Se disfruta.