Una lágrima cayó en París
Me resulta complicado, o más que complicado doloroso, escribir con la que está cayendo. Mi mente intenta centrarse en lo deportivo para generar una oración futbolística, o intentarlo, pero me es imposible centrarme.
Lo sucedido en París, y en Siria, y en Beirut, y en Kunduz, no puede quedar en saco roto. El ser humano, capaz de emocionarse con un gol, con un título o con un regate, permanece impávido, en ocasiones, ante ciertas situaciones hasta que sus ojos son abrasados por la cercanía.
Que lo único que inquiete a cierta parte de la afición al balompié sea que el Clásico peligre, que España no juegue un amistoso o que en Alemania se haya suspendido un partido de postureo me hace reflexionar sobre si establecemos como primordial algo que debe, o no, serlo.
Como dice una gran amiga, el fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes, pero el problema es que esa línea se sobrepasa muchas veces y de muy mala manera. Hay temas de sobra en torno al fútbol (el adiós de Raúl, los líos de un Karim de teflón y, por supuesto, del Clásico) pero me niego, lo siento pero me niego. Al que esperaba leer algo sobre cualquiera de estos temas le pido disculpas.
Solo espero que estás líneas que me han salido de lo más profundo de mi conciencia ayuden. Ayuden a que cada uno establezca sus prioridades. Elijan el fútbol, o elijan lo social, me daré por satisfecho porque haya servido para algo. Una lagrima, mental y no física, cierra esta opinión. Una lagrima que volverá a aparecer, por desgracia.
PD: "No existe la guerra inevitable. Si llega, es por fallo del hombre" - Andrew Bonar Law