El duro camino del mejor caminante de vías de la historia
El Real Madrid es como ese tren de cercanías que necesita de la electricidad para poder avanzar. En esta temporada, minuto a minuto y cinco años después, parece llegar a su destino final. Para ello, ha tenido que pasar por las peores paradas. La primera estación fue de color amarillo, en ella parecía que ese tren que comenzaba con ilusión no terminaba de arrancar, los usuarios ya veían un año más de hegemonía azulgrana y lo empezaron a vaciar. El comandante resurgió y el vagón 93 comenzó a funcionar de la mejor manera posible, nadie era capaz de pararlo. Llegó Sevilla, segunda parada obligada para el tren de Zidane. Adiós al récord y poco después la esperanza del triplete se desvaneció de la peor manera posible.
En pocos días, ese tren que iba en volandas, terminó arrastrándose por las peores vías de la península. Éste fue el punto de inflexión que sirvió para bajar a la tierra a los que pensaban que ese vagón podía estar siempre volando. Era invierno y el viento no parecía estar de nuestra parte, hasta que inesperadamente, al conductor le presentaron a unos mecánicos, que no eran mejores que los anteriores, pero sí que tenían más ganas de que ese tren saliera adelante. Con ello, la primavera, el resurgir de los mejores “capullos”. El tren no bajaba de la velocidad de crucero, mientras que otros se la pegaban en Turín en su intento de alcanzar la internacionalización del rey de trenes.
Al Real Madrid le sobraba electricidad, Kroos, Isco y Cristiano aparecieron en el momento justo, solo una camiseta mal colgada retrasó unos segundos la llegada al destino que cinco años después, parece estar más cerca que nunca. Sin duda alguna, este caminante de las vías será recordado como una de las obras artísticas más perfectas que se han conocido.