Plegaos ante el rey de Europa: la Duodécima ya está en casa
Lo que se vio ayer en el Millennium Stadium fue fútbol a su máximo nivel. Nadie vaticinaba tal resultado, pero cuando despiertas a la bestia te despedaza en pocos minutos: como hizo el Real Madrid ayer con una Juventus muy competitiva, que fue de más a menos hasta desvanecerse. El partido comenzó como se esperaba, con esa alta presión del cuadro italiano y un Real Madrid incapaz apenas de rebasar la línea del medio campo. La Juventus estaba cada vez más decidida para estrenar el marcador, pero Keylor Navas, callando bocas de nuevo, realizó una intervención estelar helando los corazones 'bianconeri'. Y es que Allegri no tiene la culpa de que el Real Madrid tenga a un tal Cristiano Ronaldo que decide los partidos cuando quiere; balón al incombustible Carvajal y gol de delantero puro. Pero bien es sabido que las alegrías duran poco y el gol del Real Madrid no hizo sino motivar aún más a la Juventus hasta que llegó la obra de arte de Mandzukic, quizá el único jugador juventino que supo estar al nivel requerido.
Ante una Juventus crecida, la reacción de los de Zidane tuvo que esperar a la segunda parte. Pero qué segunda parte, señores. Eso fue un espectáculo, un baile al son de la batuta de Modric y Kroos, un Isco libre y desatado y un Cristiano estratosférico. La arenga de Zidane durante el descanso fue una inyección de adrenalina para los blancos, que cuando quieren, pueden. Ya destrozaron al Bayern de Münich y al Atlético de Madrid, el turno era de la Juventus. Cuando juegas con fuego te quemas, y la Juventus quedó en cenizas: Higuaín, desaparecido; Khedira y Pjanic, desbordados; Dybala, desastroso; y las intenciones de Allegri de que el partido no se convirtiera en un nuevo Berlín se disiparon. El Real Madrid sacó a relucir todo su potencial con un juego de pases exquisito y un centro del campo equilibrado con la presencia de Casemiro, aquel que traía dolor de cabeza a Allegri antes del partido. Y no le faltaba razón al técnico italiano porque la primera ocasión que tuvo, balón para adentro del brasileño. La traducción de la segunda parte fue el de una Juve rota y descosida frente a un colosal Madrid en rebelión. Pocos minutos de respiro dejaron los blancos con el segundo gol de Cristiano, realizando un movimiento de delantero pícaro a espaldas de la defensa y eliminando cualquier esperanza de los italianos, bajo la mirada de un Buffon decepcionado. Pocos recursos le quedaban a Allegri para tratar de evitar la tragedia con un equipo descompuesto, que terminó de destrozar el colombiano Cuadrado. Pero al Madrid todavía le quedaba gasolina para rato, y es cuando Asensio hizo acto de presencia poniendo la guinda al pastel al partido. ¿Resultado final? El Real Madrid de nuevo haciendo historia y respondiendo a aquellos que insinuaban que sólo ganaba Champions en blanco y negro; y el fútbol de fantasía de Zidane por encima de la estrategia de pizarra. Estamos, por tanto, ante la era imperial del Real Madrid en Europa, una generación de jugadores que puede marcar una época en el fútbol moderno, la hazaña de aquel equipo que ganó tres Champions League en apenas cuatro años, y la historia continúa.