El dedo de Cristiano

23.11.2013 00:00 de  Michi Huerta   ver lecturas

Si de algo puede lesionarse Ronaldo es del dedo con el que se señala cuando marca. Harto de insultos y de provocaciones ajenas un día apostó por el parloteo sobre la hierba, devastando redes, fusilando porteros y tirando del dedito. Yo, aquí. Yo, aquí. Eso es lo que dice, creo. El gesto va para los del "ese portugués" rabioso e impotente de la grada. Y para los chupópteros abrazafarolas –tengo mi edad– que sacan la lengua a paseo. También lo dedica, con distinto matiz en el sentido, a sus seguidores, con los que se siente comprometido. El dedo de Cristiano habría que colocarlo, incorrupto o no, en una de las vitrinas del Bernabéu cuando se retire, pues me parece a mí uno de los trofeos importantes que quedan para la historia del Madrid.

El pasado martes casi se le gasta a Ronaldo el dedo de tanto usarlo. Ocurrió en Suecia, ante unos vikingos exaltados y un gigante, Ibrahimovic, que le envidó con ganas. El luso respondió con tres goles, que pudieron ser seis o siete. Da la impresión de que hubiera marcado los que las circunstancias hubieran exigido como pasaporte a Brasil. No sé cuántas veces he visto en mi vida a un deportista profesional tan sobrado, en un estado de gracia semejante. La exhibición deja la hipérbole de mis palabras en nada si acudes a la videoteca o al Youtube y ves lo que ocurrió. Y no solo en los goles, que son el prólogo de la guinda del dedito, sino en todo lo demás. La suficiencia de CR7 es de mito griego y no de metaforita en el AS, eso está claro.

Como el relato mítico es perdurable algún día le contaremos a nuestra descendencia que vimos jugar a CR. Lo haremos con esa añoranza jovial que se apropia de mi padre cuando habla de sus excursiones a Madrid para ver en acción a un tal Alfredo. Lo mismo con el ruido mediático se nos está olvidando lo esencial, el juego, eso que Ronaldo convierte en tiempo cincelado para la eternidad. Al final tanta tertulia tonta y video de Benny Hill en los deportes televisivos, tanto tweet del hermano ágrafo de Messi y tanta pelota dorada con el barniz de la corrupción nos acaba distrayendo de lo importante, que son los dedos de Cristi reiterándose sobre el pecho.

Ojalá esas falanges nos duren mucho y se cuiden de ir a mancharse a la gala de un galardón que no le hace justicia al deportista. Ni Balón de Oro, ni FIFA, ni Blatter, ni chaquetas chillonas. Ronaldo debe ver la ceremonia por la tele, descansando sobre el sofá, descojonado de la risa mientras juega con su hijo y se señala a sí mismo con el dedo.

Yo aquí, yo aquí. O, lo que es igual, en la memoria gloriosa del madridismo.

Michi Huerta
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Michi Huerta
Miguel Ángel Huerta Floriano, "Michi", es cacereño, madridista y fordiano. Licenciado en Derecho y en Periodismo. Doctor en Comunicación. Profesor universitario. Juntaletras ocasional. Autor de varios libros sobre estética y narrativa audiovisual. Bloguero. El primer regalo que recibió su hija Eva fue una camiseta firmada por Raúl González Blanco. Tiene por cerebro un Tango Adidas y sueña con el Monument Valley y con "la Décima". Amante de la belleza.