Un talento sin entrenamiento no es nada
Si bien es cierto que la calidad y el talento pueden venir desde el nacimiento, el desarrollo consiste en saber donde están los límites de cada persona y exprimirlos hasta encontrar el punto de inflexión que determine lo que quieras ser. En los jugadores jóvenes del Real Madrid pasa un poco de esto y de aquello, los que tocan un balón y tienen algo especial, y, por otro lado, los que cada año van mejorando hasta llegar al estamento de talla mundial. Todos, sin ningún tipo de duda, podríamos situar a los Camavinga y Rodrygo en el primer grupo, y a Mendy en el segundo, además de a muchos otros como Valverde, que se encuentran a caballo entre la falta de continuidad y el último paso hasta el podio de los mejores.
Los canteranos también están aquí, aunque algo más abajo que los anteriormente mencionados, y comparten la misma característica que el uruguayo, que no juegan absolutamente nada. No es que sea inadmisible, que realmente lo es, dada su calidad y la generación que se ha venido trabajando en los últimos años, es que penaliza que Ancelotti nunca cuente con ellos. No son los únicos infrautilizados cuando están disponibles, ya que jugadores como Ceballos, Bale en su vuelta, e incluso Hazard, junto a Jovic, podrían dar descanso si tuvieran la famosa continuidad.
El juego de los contextos puede dar y quitar la razón según quien lo escriba y los argumentos que se precien, pero hay una cosa inamovible en los análisis: la falta de confianza. Lo intocable termina funcionando mal si se quema, y la oscuridad que envuelve a los que no pisan con asiduidad el césped termina por penalizar al equipo entero de forma indirecta. Nadie sabe quien puede valer o no para un equipo si nunca han podido tener continuidad, y ayer se perdió la mejor oportunidad para rebajar una carga de trabajo que en mayo se antoja imposible de resolver.