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Mateo Kovacic ha sido la sorpresa del Real Madrid en este mercado de fichajes. El croata, tras una operación relámpago, se convierte en la guinda perfecta para el centro del campo. La temporada pasada Ancelotti sufrió ante la ausencia por lesión de Luka Modric, apostando incluso, en una decisión muy criticada, por Sergio Ramos como acompañante de Kroos. La posición de mediocentro fue el gran talón de Aquiles que apartó a los blancos de los títulos. Sin embargo, Florentino Pérez ha hecho los deberes este verano y las incoporaciones de Kovacic y Casemiro apuntalan con garantías la medular.

El fichaje de Kovacic se cerrará en torno a los 30 millones de euros. Una cifra que para algunos parece desmesurada, definiendo incluso al jugador como un capricho sin sentido. Sin embargo, el internacional croata bien vale esa cantidad. El Inter ya pagó 15 'kilos' en 2013 al Dinamo de Zagreb por su traspaso.  Ahora, con 21 años y convertido en uno de los centrocampistas con mayor futuro de Europa, llega la gran oportunidad de su carrera. 

El Madrid necesitaba un mediocentro con calidad, capaz de ejercer el rol de Kroos o Modric ante una eventual lesión de alguno de ellos. Kovacic es ese hombre. Mediapunta reconvertido, como su compatriota Modric, posee una gran visión de juego, da fluidez al movimiento de la pelota y, además, trabaja a destajo para dar equilibrio al equipo. Una acertada incorporación, mucho más acorde a la exigencia del Real Madrid que otros candidatos que habían sonado como el sobrevalorado y eterno aspirante Lucas Biglia. 

Con Kovacic el Madrid ficha a un jugador de presente y futuro. Un futbolista capaz de agradar desde el primer día y que, protegido bajo los pechos de su compatriota y amigo Modric, cuenta con una proyección sin fin. Ya lo decían algún diario deportivo catalán hace unos meses ante el interés del Barcelona: "Kovacic es un diamante sin pulir". Bien comprado.