Romeo debe morir
Nadie se puede rasgar las vestiduras cuando se afirma que el deporte élite actual es más negocio que deporte y el romanticismo pasó a mejor vida. Quizá haya que tomárselo como un grato recuerdo, como tantos que agolpamos en nuestra mente y cuando los recordamos no podemos evitar una leve sonrisa, como aquellos partidos de fútbol en los recreos que no volverán.
Las marcas han invadido nuestras vidas como un silencioso ejército. Ya no sólo se conforman con patrocinar eventos, quieren ser el evento.
En 1982 el "Madrí" firmó un acuerdo con ZANUSSI para patrocinar su camiseta durante tres años. Por primera vez en la historia del Club "manchaba" su camiseta por motivos económicos buscando nuevas fuentes de ingreso, algo que no sentó nada bien a parte de la afición del Club. Hoy en día es algo tan interiorizado que el anacronismo es precisamente todo lo contrario, es decir, no llevar publicidad en la camiseta. De hecho, hay varios clubes en primera división que por culpa de la mala situación económica actual no tienen patrocinio en su camiseta.
Ahora, en pleno siglo XXI, nos encontramos con una situación análoga, con sus matices temporales, pero casi los mismos pros y contras que antaño.
Se ha abierto un debate sobre la idoneidad de ponerle un apellido al estadio Santiago Bernabéu de una gran marca internacional para financiar, en parte, la remodelación del estadio que supondrá un desembolso que oscilará entre 300-400 millones de euros.
El pasado sábado escuché algo que me dejó perplejo: un veterano periodista se preguntaba por qué el "Madrí" quería más dinero. Sólo lo entendería si se tratara de una S.A. y no un club deportivo. O no han entendido nada o la inquina hacia Florentino no les deja ver el bosque.
El "Madrí" fue elegido mejor club del siglo XX y merece tener el mejor estadio del mundo y si para ello tenemos que ponerle nombre o apellido al estadio, se pone. Hay que desvincularse del romanticismo para luchar día a día por ser un club referente en lo deportivo, en lo económico ya lo somos, con un estadio que sea la envidia de propios y extraños.