Que arda Múnich
El madridismo está harto de vivir de aquel gol de Zidane en La Novena. Hemos repasado y nos hemos agarrado a él desde el 2003. Desde entonces, caímos contra el Mónaco, Juventus, Arsenal, Bayern, Roma, Lyon, Barcelona, Bayern y Borussia. La racha de los octavos fue dura, más aún cuando eres el Rey de la competición. Pero ahora las cosas han cambiado. El Madrid lleva cuatro años, con este, jugando las semifinales de la Champions y mereciéndose jugar en la finalísima. Contra el Barcelona nos privó un arbitraje desproporcionado que alimentó la saga que le precedía, frente al Bayern unos penaltis malditos y contra el Borussia de Dortmund el póker de la ida y dos o tres minutitos más en la vuelta.
La coletilla de la Décima nos ha perseguido durante años, siendo incluso motivo de mofa. De orgullo a ser un nombre impronunciable. Pero hay una realidad, el Real es el único equipo que puede conseguirla y Madrid vibra por ella. La ida fue positiva. En los alrededores del Bernabéu se gestaba algo especial. El estadio rugió antes y después del partido y los jugadores son conocedores de la importancia capital de este campeonato. La razón de ser del Madrid es este trofeo.
90 minutos para postrarse en la final. En Alemania retumban los timbales de guerra y Múnich se viste de rojo. Pero el Madrid fue gestado para luchar en el infierno. Los inútiles goles de Raúl, Van Nistelrooy o del propio Cristiano y la lucha de todos y cada uno de los jugadores que persiguieron el sueño de la Décima son pura vitamina para afrontar la vuelta. Por ellos, y por los madridistas que acompañamos y nunca dejamos sólo al equipo durante tantos años de sufrimiento sin nuestra Copa favorita, que arda Múnich y que en un tarro guardemos sus cenizas y disputemos la final soñando, una vez más, con alzar la Décima.
¡Que arda Múnich!