En Anfield se confirmó lo que nos temíamos

Vaya por delante que no hay que hacer un mundo de una simple derrota por la mínima en Champions contra uno de los grandes aspirantes al título. Menos aún sabiendo que el Real Madrid ha empezado la temporada de manera fulgurante arrasando en casi todos los partidos a excepción del derbi del Metropolitano. Sin embargo, Anfield volvió a dictar sentencia por segundo año consecutivo en contra del conjunto blanco.

El Liverpool ganó y lo hizo por la mínima, pero pudieron ser más goles. Courtois se erigió como el héroe de Anfield hasta que Mac Allister remató un centro de Szoboszlai inapelable. Y sí, era un partido que se podía perder por la entidad del rival, el hecho de jugar fuera y demás, pero la imagen fue la de un club sin alma, sin ese hambre competitivo ni esa identidad que tampoco hemos terminado de ver en este inicio de curso y eso es algo que nos estábamos temiendo muchos.

FALTA DAR UN PLUS

Seamos realistas, el Real Madrid ha sido más resultadista que llamativo en sus partidos. El gran nivel de Mbappé es el que ha sostenido al conjunto blanco en gran parte de sus encuentros, pero la excelencia está muy lejos y en Liverpool se vieron las carencias. Los de Arne Slot están en su peor momento del curso y aun así no dieron opción al cuadro merengue en campo contrario. Se ha ganado casi todo, pero las dos salidas más complicadas de la temporada han terminado en derrota, una de ellas de forma humillante, y eso es algo que no puede ser en un equipo como este. Hay que reflexionar y dar un salto cualitativo porque aún se siguen viendo las costuras en los partidos grandes, sobre todo lejos del Bernabéu.