El año de Bale

El debut de Zinedine Zidane al frente del Real Madrid ha traído numerosas noticias positivas. Una de ellas es que Gareth Bale disputó, muy probablemente, su mejor partido desde que viste la camiseta del conjunto blanco. El galés ya disfrutaba de una racha de buen juego, goles y asistencias, pero ante el Deportivo se produjo un hecho nunca visto hasta entonces: la afición le despidió con una ovación atronadora, de las que pueden marcar un antes y un después en el destino de un futbolista en su equipo.

Y es que Bale nunca había despertado el entusiasmo del Santiago Bernabéu. El público del coliseo blanco está acostumbrado a lo mejor y no duda en pitar a un jugador, sea cual sea, si cree que puede dar más. La temporada pasada, recluido en la banda derecha, el galés no dio demasiados motivos para el optimismo, pero en los últimos partidos se le ve mucho más suelto y ya está empezando a demostrar la gran calidad que posee.

A su velocidad y facilidad goleadora, Bale ha unido últimamente una capacidad asociativa muy a tener en cuenta y, fundamentalmente, una tremenda habilidad cabeceadora. El galés suma seis de sus doce goles de esta temporada con la testa, incluidos algunos de bellísima factura como el que anotó en Mestalla. A este nivel de juego y de compromiso, el de Cardiff se convierte en un futbolista muy difícil de parar para las defensas rivales.

A pesar de los problemas que le ha dado el sóleo, el galés está siendo uno de los jugadores más destacados del Real Madrid esta temporada. Incluso, puede que hasta el mejor futbolista del equipo. Si mantiene el nivel actual, estamos ante un potencial ganador del Balón de Oro. Con unas condiciones inmejorables para el fútbol, Bale puede estar, en este 2016 que acaba de comenzar, en el año de su definitiva explosión.