Modric es la puntilla: se va un mito, se queda una era

Tengo 25 años y, aunque soy madridista desde que tengo uso de razón y me he comido años infames con los Diarra, Gago, Miguel Torres, Saviola y compañía, mi Real Madrid siempre será el que se despidió ayer. Tendré 80 años y les contaré a mis nietos (en caso de tenerlos, no adelantemos acontecimientos) las hazañas de los Cristiano, Marcelo, Kroos, Casemiro, Sergio Ramos, Benzema, Gareth Bale... Y, por supuesto, Luka Modric.
Porque ayer dijimos adiós a uno de los futbolistas más queridos por la afición del Real Madrid. Uno de los escasísimos privilegiados que pueden presumir de haber estado tanto tiempo en el Santiago Bernabéu sin haber escuchado el más mínimo silbido. Llegó con la famosa y patética portada de '42 millones de euros para tapar vergüenzas' y fue uno de los artífices, con ese centro en La Décima a la cabeza de Sergio Ramos, del cambio de chip en el conjunto blanco antes de iniciar una nueva hegemonía en Europa.
Ayer no solo despedimos al primer Balón de Oro que rompió la hegemonía de Cristiano y Messi. Ayer dijimos adiós, también, a gran parte de nuestra infancia/adolescencia. Porque Modric llegó hace trece años. Trece. Millones de madridistas en todo el mundo hemos crecido con él y con una generación que, por más que pasen los años, siempre será la nuestra. Igual que los abuelos de ahora te hablan de la Quinta del Buitre, por ejemplo, nosotros hablaremos de aquella que ganó cuatro Champions de cinco posibles; tres de ellas de manera consecutiva.
Solo queda Dani Carvajal. Es duro de asimilar, pero el paso del tiempo no perdona a nadie. No obstante, como bien dijo Modric en las que fueron sus últimas palabras en el Santiago Bernabéu: "No llores porque se terminó, sonríe porque sucedió".

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