Ser español, no ser del Barça y ser delantero

09.09.2014 12:00 de  Francisco José Reina   ver lecturas
Ser español, no ser del Barça y ser delantero
© foto de Francisco José Reina

Cuando Jesé dio el salto al primer equipo del Real Madrid, tras su brillante paso por el filial madridista, y después de convertirse en un jugador muy valioso dentro de la plantilla blanca con magníficas actuaciones en las oportunidades que le brindó el entrenador del Real Madrid, y tras los rumores que lo acercaban a la Selección absoluta, Del Bosque fue tajante: “Con Jesé hay que tener cautela”.

Sin embargo, con el canterano del Barcelona, Munir, no existieron reparos a la hora de su convocatoria. Ni edad, ni cautela. Tan sólo partido y medio le bastaron a Vicente Del Bosque para protagonizar otra escandalosa injusticia. Y no sólo es improcedente e inaceptable al compararlo con lo de Jesé, que pensará que hubiese sido mejor jugar dos partidos con el Madrid y tener a los palmeros de turno detrás que meses de notoriedad futbolística de primer nivel. Más inmerecido se antoja cuando se contrapone la situación del jugador del Barça con la de otros tantos como Llorente, Callejón, Negredo, Aduriz… y en definitiva los delanteros que llevan años de sacrificio con rendimientos más que notables - como el caso de Callejón, con 20 goles a sus espaldas y 11 asistencias siendo el tercer delantero español con más goles anotados – y que ven su afán aniquilado en beneficio de la sinrazón.

Si creíais que no existía algo peor que el exasperante juego de la Selección o asistir a la “protección” del seleccionador con Casillas pese a dejarlo en el banquillo olvidando ya los castigos al que nos hizo campeones del mundo y de Europa y las coletillas del "con lo que nos ha dado" por parte de la prensa, os equivocabais, hay algo peor: ser español, no ser del Barça y jugar de delantero.

Francisco José Reina
autor
Francisco José Reina
Conato de maestro. Un pasional y crítico madridista extremeño articulista y colaborador en EM7. Eterno viajero de sueños e ilusiones desde la vieja Augusta Emérita. El indomable y salvaje anarcomadridismo trombólico que surge en el último suspiro de un segundo. Eso debe de ser el Madrid.