Liderar el futuro
Nuevo parón de selecciones, nuevas desgracias para la plantilla del Madrid (al momento de escribir esta entrada todavía faltan por disputarse los partidos del martes, por lo que las lesiones podrían aumentar), quien las asume con un silencio mediático que lo convierte en cómplice.
Como ha quedado demostrado no se trata de quejarse en los despachos, hay que dominar esos despachos y hacerlo público para que tus enemigos sepan quién tiene el mando. Las quejas públicas de Pep Guardiola ante la designación de Pedro Proença para el partido del ida de las semifinales de la Champions 2010/2011 consiguieron un doble objetivo: que la UEFA cambiase la designación arbitral y nombrase a Wolfgang Stark y que éste supiera quién mandaba, con el terrible resultado que todos recordamos.
No es momento ahora de analizar cuándo y por qué perdió el Madrid el liderazgo en los despachos. Ahora toca recuperar la iniciativa apoyándonos en la visión de futuro que caracterizó al Real Madrid desde su fundación: la que le hizo apostar por un campeonato nacional cuando sólo se disputaban campeonatos regionales (lo que le valió la queja de todos los que, cortos de miras, decían que sería el final del fútbol porque desaparecerían los equipos más pequeños), la que fomentó la creación de la Copa de Europa pese a la negativa de la UEFA (a la que hizo claudicar), la que nos llevó a instalar iluminación artificial en Chamartín previendo que se disputarían partidos nocturnos, y tantos otros ejemplos a lo largo de nuestros más de 110 años de historia.
La oportunidad de recuperar el mando nos la brinda Joseph Blatter, que acaba de asumir el "error" de la elección de Qatar para el Mundial de 2022 y va preparando a las federaciones y los clubes para su disputa durante el mes de noviembre (que fue siempre su idea). Pues bien, contra esa disparatada propuesta que supondría un grave perjuicio para los clubes y los aficionados hay que liderar la creación de un nuevo G14 con dos fines claros: la creación de una Liga Europea por encima de los campeonatos nacionales, y la sumisión de los calendarios de las selecciones al calendario de la competición europea.
Esta claro que contaremos con muchísimos enemigos en esta aventura y que nos amenazarán con todo tipo de sanciones, pero a los más desanimados y temerosos quizá les sirva el ejemplo del nacimiento de la Euroliga. En el año 2000 la FIBA, tras la ruptura con la ULEB por los repartos económicos de la nueva competición, amenazó con sancionar a los clubes (y federaciones) que formaban parte de la ULEB y disputaran la Euroliga en lugar de la Suproliga, que era la competición que ella organizaba. Un año después desapareció la Suproliga, pese a contar, entre otros, con los equipos griegos, turcos y rusos, disputándose una única edición (que ganó el Maccabi) y al año siguiente se fusionaron las dos competiciones en la actual Euroliga.
Es lógico pensar por tanto que la FIFA, la UEFA y la Federación Española amenacen con que los jugadores que disputen la Liga Europea no podrán jugar ni Mundiales ni Eurocopas, pero en el fondo ellos sabrán que será una amenaza vacía porque ¿alguien se imagina el valor que tendría el Mundial de Brasil si no lo disputan: Cristiano, Messi, Neymar, Rooney, Agüero, Iniesta, Robben, Özil, Ribery, etc? ¿Alguien puede imaginar a estos jugadores renunciando a sus contratos multimillonarios (y afrontando cuantiosas indemnizaciones por la resolución) para poder disputar un Mundial o una Eurocopa cada dos años? En el fútbol, la fuerza la tienen los clubes que son los que pagan a los jugadores y los que sostienen día a día el negocio, y esa fuerza es la que, de acuerdo con su historia, debe canalizar y liderar el Real Madrid en un futuro muy cercano.