Insistiendo con la información privilegiada

29.10.2013 00:00 de  Emilio Caballero   ver lecturas

Han pasado ya 3 días desde el clásico y casi todo está comentado ya; las vergüenzas del árbitro, la locura transitoria de Ancelotti, la filtración del once titular. Lo siento pero este último aspecto me ha sacado de quicio y he de comentarlo esta semana, al igual que lo ha hecho mi compañero Francisco José Reina en "Cortita y al pie", aquí en Bernabéu Digital en la portada de ayer lunes.

Las filtraciones, ese gran cáncer en cualquier equipo de alto nivel. Una costumbre por desgracia ya establecida entre deportistas y prensa deportiva y cuya práctica, personalmente, creo imposible de detener.

El tema de las filtraciones, que a veces ya parece una telenovela, son un clasicazo en el mundo del cine o las series, y no suele acabar muy bien cuando se descubre la identidad del culpable. En películas como Wall Street y series como Homeland comprobamos lo peligroso que puede llegar a ser el compartir 'información privilegiada'. La gran pregunta es: ¿Quién es el filtrador del Real Madrid? ¿Es realmente Iker Casillas el protagonista de está película o quizás fue otro jugador menos mediático cabreado por no ser titular?

Digamos que me tiro a la piscina, (aquí estamos para dar nuestra opinión), señalando a Casillas como culpable de la filtración del 'curioso' once de Carletto ante el Barça, puesto que la otra persona que me viene a la cabeza siempre presume de madridismo (aptitudes futbolísticas aparte, realmente es de los pocos que lo hacen), por lo que le otorgaremos el beneficio de la duda. Y ojo! el transmitir una alineación inicial antes de la hora estimada no creo que fuera el causante de la derrota, no veamos demasiada paja en ojo ajeno.

Dicho esto, y si finalmente fuera Iker el culpable de la filtración, ¿qué medidas tomar? ¿Hay que tomarlas? ¿Es necesario darle más importancia de la que realmente tiene? Debería haber poca gente que no repruebe las filtraciones de vestuario, si me equivoco mal vamos, pero creo que es extremadamente necesario erradicarlas sea como sea y caiga quien caiga. Recordemos que hace unos meses prescindimos de un entrenador ganador porque se creía más importante que la institución. Así pues demos vía libre a que rueden cabezas, porque para algunos futbolistas es muy fácil hacer favores a amigos periodistas cuando su ciclo en un club parece que ha terminado, cuando saben que podrán recalar en cualquier equipo importante de Europa tras salir del club de toda tu vida como un supuesto mártir gracias a sus amistades con la prensa.

Y a todo esto, aquí estoy hablando de espionajes, de mártires, y no de fútbol, que lo hubo aunque fuera únicamente en la 2ª parte. Este es, sin duda, uno de los artículos que más me cuesta escribir después de un clásico, porque no dice gran cosa, es muy prescindible, simplemente transmite las sensaciones de un madridista dolido por ciertas costumbres. No es la derrota, no es el clamoroso penalti que no se pitó y que seguro hubiera cambiado el partido, realmente son las dichosas filtraciones de un jugador madridista a la prensa, esa que en 1 de sus 2 ramas importantes en lo que a Madrid se refiere, no para de acusar y vilipendiar al Real Madrid simplemente porque no es afín a su línea editorial o cualquiera que sea el motivo.

Sea quien sea el culpable de que se escapen secretos del vestuario, hay que exigir que sea castigado sin excepción; no se debe seguir permitiendo que algunos jugadores hagan lo que les plazca en un club como el de Concha Espina. Nadie, repito, NADIE es imprescindible en el Real Madrid. El que no quiera estar o no tenga el valor suficiente para luchar por un puesto sin afectar al grupo, ahí tiene la puerta. En realidad me siento como un idealista sin remedio, puesto que la edad dorada del fútbol sólo como deporte hace tiempo que desapareció, pero como siempre digo, estamos a tiempo y lo estamos consiguiendo.

Emilio Caballero
autor
Emilio Caballero
Periodista. Director y editor de USA Sport Passion. Amante del deporte de nacimiento y del fútbol sin disfraz. Manhattan es el reflejo de caos, orden, pasión, estrés y sueños, el espacio perfecto para escribir ante un folio en blanco.